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El mercado de trabajo del medio ambiente

Editorial

El mercado de trabajo del medio ambiente consta de tres sectores. El sector productivo, la oferta de bienes y servicios y la administración pública. Cada uno de ellos tiene una lógica distinta. Tan distinta que determinadas decisiones como la creación de licenciaturas o postgrados de medio ambiente sólo ha contemplado las necesidades de una parte del mercado laboral y, quizás por eso, no han funcionado todo lo bien que se esperaba.


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Enric Renau, Editor de Educaweb
El sector productivo industrial que demanda profesionales del medio ambiente se puede segmentar en 8 subsectores: el químico, la industria básica y de transformados metálicos, el textil, la automoción y sus componentes, el papelero, la construcción, el sector energético y el resto de las industrias.

La oferta de bienes y servicios medioambientales engloba las ingenierías y consultorías, los laboratorios, la industria productora e instaladora de bienes de equipo, los centros de gestión y tratamiento de residuos y las prestadoras de servicios a la empresa tradicionales que engloban el medio ambiente en su quehacer (agencias publicitarias, marketing, jurídico, etc)

Finalmente, las administraciones del Estado, autonómicas y locales (municipios y diputaciones) también incorporan profesionales del medio ambiente principalmente para coordinar, inspeccionar y planificar la gestión de residuos, pero también para favorecer la protección del entorno, gestionar el agua, promover la educación y sensibilización ambiental y ejecutar políticas públicas entorno al tema.

Éste es un sector que en el estado español no tiene, como tal, más de 15 años de vida y, en cambio ha evolucionado de forma muy intensa, por la presión de la Unión Europea y por la vinculación que tiene con los procesos de mejora de las organizaciones y sus estrategias de calidad total.

Decía al principio que quizás las universidades y centros de formación dedicados al medio ambiente habían propuesto una oferta formativa más pensada para cubrir plazas en la administración pública (16% de la población ocupada en medio ambiente) que no especializada en el sector productivo industrial (67%) o la oferta de bienes y servicios (17%).

La principal de las actividades profesionales de medio ambiente tiene que ver con la asesoría, gestión, organización y planificación ambiental, seguida de las actividades de mantenimiento y control de las instalaciones contaminantes.

A más distancia están las actividades profesionales de análisis y medición, las actividades de instalación, mantenimiento y explotación de instalaciones de descontaminación, recogida, reciclaje, transporte y tratamiento de residuos.

Finalmente, también existe actividad de medio ambiente en el campo del marketing y las ventas, en la publicidad y la información y, finalmente el campo de la formación y educación ambiental.

Desde un punto de vista más agregado, podríamos señalar tres tipologías de profesionales que necesitan formación en medio ambiente: por un lado los directivos y/o responsables formales del medio ambiente, gerentes y directores que deben tener unas nociones generales de carácter jurídico, económico y organizativo relacionadas con el medio ambiente para gestionar mejor su organización aunque el medio ambiente no es su principal actividad, ni mucho menos.

Por otro lado están los profesionales especializados y dedicados full time al medio ambiente. Son técnicos de alto nivel de estudios (normalmente universitarios de carreras técnicas o experimentales) que amplían su formación en aspectos jurídicos, económicos o de otros ámbitos (calidad, producción, etc.),

Finalmente, están los técnicos específicos, muchas veces con estudios de formación profesional o incluso de iniciación profesional, que dedican una buena parte de su tiempo a actividades como el análisis y la medición, el control y supervisión de la maquinaria, a la inspección, a la limpieza, al mantenimiento y la gestión de residuos.

No podemos hablar, por lo tanto, de una formación única en el campo medioambiental. Al contrario, la oferta de formación debe adecuarse a la multiplicidad de sectores, actividades profesionales y competencias requeridas para satisfacer las crecientes necesidades de los empleados y los empleadores.

Queda mucho trabajo por hacer.
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