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"La educación de las destrezas del siglo XXI necesita de la colaboración entre padres y profesores"
Entrevista
Eva Marina López (Madrid, 1970) dirige la Fundación Educativa Universidad de Padres desde el año 2008, un centro de investigación impulsado por el filósofo José Antonio Marina con el objetivo de desarrollar proyectos pedagógicos que ayuden a padres y madres en el proceso educativo de sus hijos. Licenciada en Ciencias de la Información y fundadora de numerosos grupos teatrales, ha utilizado el arte dramático como herramienta para mejorar el rendimiento escolar. Co-autora del libro El aprendizaje de la creatividad, actualmente centra sus esfuerzos en impulsar la transformación del sistema educativo para nuestra incorporación a la sociedad del aprendizaje
Los investigadores que han tratado el tema consideran que uno de los factores esenciales para lo que se llama éxito educativo es que padres y escuela trabajen conjuntamente. No sólo mejora la instrucción de los niños, sino también la formación del carácter, si la escuela, en todos los niveles educativos, y los padres, que son los que están siempre con los niños, tienen una misma visión, unos mismos objetivos y una misma idea de cómo van a ser estos futuros ciudadanos.
El sistema educativo, aquí y en todas partes, está cambiando a una velocidad de vértigo porque, ante todos los desafíos a los que nos están llevando la globalización y la aceleración tecnológica, están cambiando nuestros espacios de acción, de conducta, y por lo tanto tenemos que empezar, desde el sistema educativo, a enseñar otro tipo de competencias que van más allá de la mera instrucción de las matemáticas o el inglés. Me refiero a la educación de las destrezas del siglo XXI, que necesitan de la colaboración entre padres y profesores. Porque estamos hablando de competencias que se tienen que ir adquiriendo de una manera coherente en los distintos espacios de aprendizaje. Estoy hablando, por ejemplo, de la creatividad, la creación de valores universales, éticos, de competencias de liderazgo, trabajo en equipo, idiomas, etc. Que no consiguen en un año, sino a lo largo de toda la vida y en el que intervienen muchos agentes educadores.
Y, por otro lado, sabemos que tenemos que reformar el sistema educativo para que todos nosotros, no solamente los niños, empecemos a tener las competencias necesarias para ingresar en aquello que se llama la sociedad del aprendizaje. Una sociedad en la va a ser necesario que todos tengamos una capacidad muy alta de aprender. Un ejemplo: ahora mismo no sabemos en 20 años cuáles van a ser los puestos de trabajo en un 60%. La aceleración tecnológica está cambiando los perfiles profesionales y la globalización está cambiando mucho la forma de relacionarnos con el otro, entre sociedades y culturas distintas. Y los educadores andamos un poco a ciegas. La realidad es que para que podamos enseñar estas competencias a los niños y niñas, las familias y los centros educativos deben colaborar de manera eficaz para ayudar a nuestros hijos a desenvolverse en ese mundo que es muy incierto, muy ambiguo, muy complejo.
¿Puede explicar cómo es entonces la comunicación entre el centro educativo y los padres y madres?
Ahora mismo, los padres tienen tres herramientas para mantener una relación con los colegios: las tutorías, las posibilidades que tienen las AMPA y el espacio que queda entre lo que los niños aprenden en clase y lo que aprenden en casa, que es todo lo que tiene que ver con los deberes. En ninguna de ellas la comunicación está siendo buena. En muchas ocasiones las familias y los docentes van por caminos muy distintos desde un punto de vista educativo.
Entonces, ¿cómo debería ser esa comunicación ideal?
Esta comunicación ideal pasa por la formación y el conocimiento tanto de las familias como de las escuelas. Un conocimiento que sea común, que todo el mundo entienda a qué nos estamos refiriendo. Por ejemplo, pensemos en la motivación. Los padres entran mucho en conflicto por los profesores, porque unos hablan de motivación, de ganas, y otros de disciplina, de deber. Tiene que haber acuerdos entre profesores y los padres, no se trata de que uno proponga y el otro se limite a aceptar. Y, para ello, tiene que haber una base psicológica y pedagógica común.
Nosotros, en la Fundación Educativa Universidad de Padres, estamos trabajando mucho con las familias, no solamente ayudándolas a formarse, que vayan asumiendo que su rol educativo ha cambiado en los últimos años, sino también animando a que participen cada vez más en el Proyecto Educativo de Centro (PEC). Creo que el PEC tendría que ser un proyecto educativo en el que todo el mundo tuviera su participación y su toma de decisiones, es decir, no sólo los directivos sino los padres y los alumnos, que son los protagonistas de todo esto. Es decir, más formación para ambos y generar vínculos de decisiones compartidas que tienen que ver con el PEC serían las dos fases en las que habría que trabajar.
¿De quién es la responsabilidad de garantizar la calidad de esa comunicación?
De ambas partes. Creo, siempre hablando en términos generales, que hay mucha tendencia a que los docentes se encierren en el aula y los centros se cierren en sí mismos; y también hay padres y familias que parece que ciertas cosas no les tocan a ellos, que consideran que no tienen que participar en la toma de decisiones. Y esto está creando muchos conflictos. Somos toda la sociedad los que tenemos la responsabilidad educativa de nuestros menores. Los tantos por ciento de responsabilidad son distintos, pero la tenemos todos.
¿A quién le correspondería mejorar la comunicación por parte del centro educativo?
Creo que en el Proyecto Educativo de Centro, que habitualmente lleva a cabo el equipo directivo, habría que centrarse más en cómo realmente se trabaja con los padres y también invitarles a que participaran en su proyecto. Y, luego, en la comunicación diaria, entiendo que los profesores están con horarios muy saturados, que han de cumplir unos objetivos determinados que marcan las consejerías, que la posibilidad de tiempo real con las familias es difícil, etc., pero sí hay que habilitar formas para que hubiera una comunicación más constante y más fluida con las familias que no fuera solamente cuando se detecta un problema, que es la mayoría de veces. Por ejemplo, las nuevas tecnologías pueden ayudar mucho a que exista un flujo constante de comunicación entre los docentes, los equipos directivos y los padres.
¿Y por parte de las familias, cómo podría mejorar la comunicación?
Podrían empezar por mejorar su conocimiento pedagógico, intentar entender que en todo el mundo occidental nos estamos enfrentando a retos muy complicados y complejos y que nos tenemos que preparar para ello. El gran antídoto ante estos desafíos es la educación. Para ello no sólo hace falta más conocimiento, sino más implicación en el día a día y en el Proyecto Educativo de Centro; y también en los barrios, porque los barrios también educan. No es lo mismo educar un niño en un barrio deprimido que un barrio de nivel medio-alto. Como sociedad, tenemos que velar por que la educación sea ese recurso que tenemos para mejorar la falta de oportunidades.
En concreto, ¿qué papel considera que juegan las Asociaciones de Madres y Padres del Alumnado?
La mayoría de las AMPA realizan un trabajo voluntario de un enorme esfuerzo. El problema que tienen es la falta de implicación de los padres y la falta de implicación por parte de los profesores sobre lo que está haciendo la AMPA. Por ejemplo, las relaciones de las actividades extraescolares con el Proyecto Educativo de Centro es ninguna. Y básicamente, todos los niños en Primaria hacen una, dos o tres actividades extraescolares. O sea, va cada uno por su lado, por lo que podemos encontrarnos con una incoherencia y una inconsistencia pedagógica.
Creo que habría que reestructurar las funciones de la AMPA para que fuera un elemento movilizador. Yo sé que esto es muy difícil –es muy fácil hablarlo desde un despacho-, pero las AMPA, con las funciones que tiene ahora mismo, con que todo se basa en un trabajo voluntario y con una dejación del resto, ya están haciendo mucho, porque realmente es navegar contracorriente.
¿Qué acciones, recursos, herramientas o aplicaciones recomienda utilizar para mejorar la comunicación entre el centro educativo y los padres?
Creo si se manejaran mejor los espacios digitales donde todo el mundo puede participar sin un horario determinado, y se diera también cabida a los padres… Y no estoy hablando de grupos de Whatsapp de padres, sino de espacios compartidos entre el centro y los padres, como una intranet, un blog, un espacio de participación y aprendizaje digital... Ahí hay unas grandísimas posibilidades de que realmente ayuden a que la comunicación y la participación se lleven a cabo sin que tanto profesores como padres no se tengan que volver locos para poder quedar. Porque, claro, estamos en la sociedad en la que estamos: todos tenemos mucho trabajo, hemos pasado por una crisis y que la conciliación laboral y familiar no es una cosa que hayamos hecho muy bien… Todo esto es un contexto que no está facilitando la colaboración, comunicación y participación.
Quizá aquí radica la dificultad, en que comunicar implica escuchar y replantearse las cosas…
Sí, en el sistema educativo y en todas partes. Tanto la comunicación como la posibilidad de cambiar los modelos de relación suelen ser muy difíciles de gestionar adecuadamente y vamos a encontrar inercias por parte de todos los agentes educadores. Negar que los sistemas educativos están cambiando es un error y eso implica también transformar los roles tradicionales educativos de los docentes y los padres. Nuestros hijos van a vivir en un mundo muy distinto al actual y como país no nos podemos quedar atrás, por ello es necesario una movilización general de la sociedad para impulsar la transformación del sistema educativo. Necesitamos preparar a la sociedad para que sea capaz de aprender, y de aprender mucho, porque solamente así crearemos riqueza, bienestar y ampliación de la dignidad y los derechos humanos. Si no lo hacemos, crearemos cada vez más desigualdades entre zonas del mundo y también dentro de los Estados.
¿Hay algún referente, nacional o internacional, en el que podamos inspirarnos a la hora de cambiar?
A veces pienso que estamos como en una gran guerra en el modo de plantearnos la educación. Yo veo como dos grandes modelos: Finlandia y Corea. En Corea, el sistema educativo es muy, muy, muy exigente para los niños, y muy, muy especializado. Cuentan con muchas posibilidades, pero sólo pueden llegar algunos, los mejores. Por otro lado, Finlandia ha hecho una reforma educativa mucho más inclusiva, de tal manera que el sistema educativo sea el gran recurso para minar las desigualdades. Además, se fija no sólo en el trabajador especializado, sino en el ciudadano. Aquí es donde está el quid del asunto: la educación no solamente crea trabajadores especializados, crea ciudadanos del estado, de la ciudad y del mundo.
En España, por ejemplo, hay colegios que están haciendo un trabajo muy interesante. La Compañía de Jesús ha reformado todo su sistema de formación obligatoria basándose en la pedagogía de trabajo por proyectos, que una gran parte va por ahí, porque los proyectos son una gran herramienta para trabajar todas las competencias que he mencionado antes. También está toda la investigación de las Non Cognitive Skills, que en la Universidad de Padres hemos traducido como Funciones ejecutivas y que se pueden trasladar al mundo educativo. Estamos hablando de unas competencias que ayudan a regular nuestro comportamiento, así como la motivación, la planificación, la flexibilidad o la metacognición. En las ciencias del aprendizaje se está produciendo un auténtico terremoto innovador. Parte de nuestro talento educativo se va a basar en como trasladamos todos estos avances a toda la sociedad.
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