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"La orientación debería tener un papel central en las prácticas organizativas y pedagógicas de los centros educativos"

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Marta Curran Fàbregas, Investigadora del grupo sobre Globalización, Educación y Políticas Sociales de la Universitat Autònoma de Barcelona
Marta Curran Fàbregas (Barcelona, 1983) pertenece al grupo de investigación en Globalización, Educación y Políticas Sociales (GEPS) de la Universitat Autònoma de Barcelona desde el 2011. Entre 2012 y 2015, el equipo GEPS llevó a cabo un proyecto sobre El abandono escolar prematuro en España. Un análisis de las decisiones, motivaciones y estrategias educativas de los jóvenes, más conocido como Abjoves, y en 2017 ha comenzado otro nuevo sobre La construcción de las oportunidades educativas post-16. Un análisis de las transiciones a la educación secundaria obligatoria en contextos urbanos. En la actualidad, Curran se encuentra finalizando su tesis doctoral sobre los efectos de la clase social y el género sobre las experiencias y decisiones educativas de jóvenes en riesgo de abandonar los estudios en la ESO en Catalunya.
 
¿Cómo valora la tasa de abandono escolar prematuro existente en España?
 
El abandono escolar prematuro (AEP) representa uno de los principales retos del sistema educativo español. Si bien las cifras de AEP han descendido considerablemente durante el actual período de crisis económica pasando de un 31,7% en 2008 a un 19,4% en 2016, estos porcentajes siguen situando España lejos de la media europea (11,6%) y de los objetivos marcados por la Comisión Europea de llegar al 10% en 2020 (15% para España). Los elevados niveles de AEP no tan solo tienen efectos negativos para los y las jóvenes que abandonan sino que suponen una amenaza para el desarrollo social, económico y cultural del conjunto del país.
 
¿Dónde cree que residen las causas de que tengamos la mayor tasa de abandono escolar prematuro de toda Europa?
 
En primer lugar, el AEP se encuentra claramente marcado por cuestiones de desigualdad social en el sentido de que no afecta del mismo modo a todos los grupos sociales. Así, las probabilidades de abandonar los estudios prematuramente son mayores entre los chicos, de origen migrado y provenientes de contextos socioeconómicos desfavorecidos. En segundo lugar y tal como hemos demostrado en un estudio reciente (Tarabini, Bonal, Castejón, Curran, y Montes, 2016), el sistema educativo español se caracteriza por disponer de un conjunto de déficits estructurales en términos de equidad y calidad que sin duda explicarían también los elevados niveles de AEP.

Entre otros aspectos, destacamos una inversión en educación que se ha situado sistemáticamente por debajo de la media de la UE y la OCDE, unos déficits estructurales en el sistema de becas y ayudas, una falta de oferta pública que se muestra especialmente grave en la formación profesional, unas tasas de repetición que son las más altas a nivel europeo o la existencia de diversos mecanismos de segregación interna como son la agrupación por niveles que perjudican especialmente a los grupos sociales más desfavorecidos. Por último y a nivel de contexto socioeconómico, España se ha caracterizado por disponer de un sistema productivo que había estado ofreciendo durante las últimas décadas hasta la actual crisis económica oportunidades laborales de baja cualificación (principalmente en el sector de la construcción y servicios), reduciendo así el coste de oportunidad de continuar estudiando.
 
¿Por qué cree que es tan difícil erradicar el abandono escolar?
 
En gran parte por una falta de actuaciones que garanticen las oportunidades de éxito escolar de todos los estudiantes en igualdad de oportunidades y que hagan frente a los déficits estructurales del sistema educativo a los que he hecho mención. Y es que para que ello sea posible se requiere un compromiso político que permita desarrollar intervenciones sistemáticas y preventivas que intervenga en todos los ámbitos que tienen que ver con las desigualdades sociales más allá del ámbito escolar.
 
¿Qué papel desempeña la orientación académica y profesional en la prevención del abandono escolar?
 
La orientación académica y profesional, entendida como el conjunto de acciones destinadas a dotar de herramientas y acompañar a los estudiantes en la planificación de sus proyectos vitales, se presenta como fundamental para potenciar la vinculación escolar de los jóvenes, dar sentido a su proceso educativo y reducir así el riesgo de abandono escolar. A modo de ejemplo, uno de los principales factores que explican los elevados porcentajes de abandono escolar en los ciclos formativos según el último informe de CEDEFOP (2016), se debe precisamente al bajo nivel de satisfacción de los estudiantes con la formación seleccionada, explicado principalmente por una falta de encaje entre el imaginario que estos jóvenes tenían de la profesión y lo que después terminan estudiando; y aquí la orientación juega un papel clave.
 
¿Y cuál cree que debería ejercer?
 
En un estudio sobre orientación académica y profesional en Catalunya, Martínez y Arnau (2015) concluyen que la orientación sigue teniendo un papel secundario en el funcionamiento de los centros educativos y en el contenido curricular del sistema educativo. En los institutos, por ejemplo, la orientación se concreta principalmente en acciones puntuales que se llevan a cabo en la acción tutorial como son entrevistas, charlas y visitas. Puesto que la orientación actúa como política preventiva del AEP, ésta debería tener un papel central en las prácticas organizativas y pedagógicas de los centros educativos.
 
Así pues, se requiere de una política de orientación integral que vertebre las dinámicas del centro y su proyecto educativo, una orientación que demande de la implicación de todos los profesionales del centro y la colaboración de diversos agentes del territorio, una orientación que permita atender la diversidad de las necesidades y motivaciones del alumnado de forma inclusiva y, por último, una orientación que trabaje todos los aspectos relacionados con el contexto del alumno y no que solo se focalice en las cuestiones educativas.
 
¿Cómo se puede verificar la efectividad de una estrategia de orientación para la prevención del abandono escolar?
 
En primer lugar es necesario realizar evaluaciones rigurosas de los diferentes programas de orientación educativa que permitan valorar no tan solo si se han cumplido con los objetivos marcados sino hasta qué punto estas políticas cumplen con los distintos indicadores y estándares de calidad de la acción de orientación propuestos y sintetizados por distintos expertos en un informe de CEDEFOP (2008). Por otro lado y a nivel de sistema educativo, es necesaria una sistematización del registro de las trayectorias educativas de los estudiantes que permitan realizar un seguimiento de los puntos críticos en que se produzca un mayor riesgo de AEP y ajustar las políticas de orientación en estas distintas etapas con tal de asegurar un mayor éxito escolar para el conjunto de los estudiantes.
 
Dicho esto y puesto que el AEP es un fenómeno multicausal en el que intervienen diversos factores de tipo individual-familiar, relacional, escolar y sistémico, es difícil poder establecer una relación directa entre el impacto de una política de orientación en la reducción del AEP. Lo que sí pueden hacer los centros o administradores locales es, como he dicho, hacer evaluaciones tomando como referencia los diferentes indicadores que los expertos en el ámbito de la orientación han establecido como prácticas de calidad, como el CEDEFOP (European Centre for the Development of Vocational Training). 
 
¿Conoce alguna iniciativa de referencia del ámbito nacional o internacional que merezca la pena conocer?
 
Dinamarca es uno de los referentes a nivel europeo en términos de políticas de orientación. A nivel legislativo, es de los únicos países europeos que dispone de una legislación específica de orientación educativa y profesional. A nivel escolar, los centros públicos que cubren las etapas de primaria y secundaria y en la que están escolarizados casi la totalidad de los jóvenes del país, disponen de unas prácticas de orientación que se encuentran integradas en el currículo en toda la etapa educativa. Entre otros aspectos este plan contempla que se designe un tutor también a lo largo de toda la etapa educativa o establecen planes de orientación individuales para cada alumno ya desde primaria. Por último, la administración educativa tiene la obligación de estar en contacto con los jóvenes que hayan abandonado los estudios prematuramente y proporcionarles un plan de seguimiento y orientación que asegure que se reenganchen al sistema educativo y/o se inserten en el mercado laboral (Martínez y Arnau, 2015).
 
¿A qué edades, cursos/etapas o ciclos cree que se debería comenzar a trabajar la prevención del abandono escolar?
 
Puesto que el AEP es un proceso acumulativo que empieza a edades tempranas y puesto que se encuentra estrechamente vinculado con cuestiones de equidad, es necesario que las políticas diseñadas para su prevención empiecen a intervenir ya desde la etapa infantil. De hecho, según los datos PISA, aquellos jóvenes que cursaron al menos un año de educación infantil obtienen mejores resultados y este impacto es especialmente significativo entre el alumnado de entornos desfavorecidos (Tarabini et al., 2016). 
 
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