El desempleo es la principal preocupación de los ciudadanos. Es lógico porqué demostramos como sociedad y como economía que no damos valor al trabajo.Si ante una situación de crisis, la primera reacción que tienen los empresarios es la de despedir a una parte de los empleados, ¿qué mensaje estamos dando? Retiramos a los empleados mayores porqué pueden pasar a la reserva y los jóvenes porqué son más baratos de despedir.
Es evidente, también, que nuestra legislación y nuestra cultura no favorecen la apuesta por el mantenimiento de los puestos de trabajo.
En las empresas tradicionales, los trabajadores, como decía un pensador muy citado en otras épocas, parecen mercancía que se compra, se usa y se tira. Los empleados conservadores, por su parte, no buscan la mejora permanente, sino la seguridad.
Por ello creo que parte de la salida del problema pasa por la creación de empresas que valoren las competencias de sus profesionales. Empresas con vocación innovadora, internacional y que aporten algo diferencial en el mercado.
Muchas de estas empresas tendrán en el capital humano el principal activo y, en caso de circunstancias adversas, se lo pensarán mucho de desprenderse de su patrimonio más importante.
Empresas que pueden ser, inicialmente, proyectos de autónomos, de profesionales liberales o free-lance.
Para que este tipo de empresas puedan nacer hacen falta, al menos tres cosas:
- Que exista una cultura favorable al riesgo y que no castigue a los que no triunfan pero se han arriesgado
- Que todas las profesiones incorporen una componente adicional de formación empresarial y económica
- Que las políticas públicas faciliten la creación de nuevos proyectos potenciando aspectos como la financiación y reduciendo las trabas burocráticas a la creación de empresas.
Si hay más sector productivo –no especulativo- habrá más empleo. Si esta emprenduría, además, está basada en el conocimiento y la innovación, se crearán puestos de trabajo cualificados y la productividad empresarial mejorará.
Enric Renau
editor
